Fue sede de
uno de los Juegos Olímpicos más representativos del último siglo, 1976, año en
el que una niña de tan solo 14 años llamada Nadia Comăneci revolucionaría
la gimnasia para siempre.
 |
ABRAHAM CABABIE DANIEL. FOTO DEL ESTADIO OLÍMPICO EN MONTREAL
1976 año en
el que por unos meses, el mundo se detuvo y admiró no sólo a los artistas de la
pista, el tartán, la duela o la alberca, sino a las sedes que causan sensación
entre el público.
El Estadio
Olímpico de Montreal fue construido para ser el escenario principal de la
justa veraniega, y aun, a pesar de los años, se mantiene de pie, expectante e inerte.
Como un gigante de esos que se niegan a desaparecer porque su historia no los
deja desmoronarse gracias a las piedras con las que se forjaron leyendas.
 |
ABRAHAM CABABIE DANIEL. FOTO DEL ESTADIO OLÍMPICO EN MONTREAL
|
A pesar de
los problemas fiscales, financieros, y estructurales, el escenario sigue
formando parte del paisaje urbano de la ciudad, pues no ha encontrado una
disciplina deportiva o equipo local que pueda costearlo.
Diseñado por
una de las mentes más creativas de Francia en materia de edificación, Roger
Taillibert, el complejo tiene la cualidad de contar con un techo replegable,
puesto sobre una torre de 175 metros inclinada, considerada la más grande de su
tipo en el mundo.
 |
ABRAHAM CABABIE DANIEL. FOTO DEL ESTADIO OLÍMPICO EN MONTREAL
|
Sin un
patrocinador directo, el destino del estadio que maravilló al mundo camina sin
rumbo fijo, lo cierto es que, sobre cada piedra descansa una pizca de asombro
que lo mantiene en pie, a pesar de los problemas. Un gigante que se niega a perecer.
Abraham Cababie
Daniel
