El edificio Flatiron, el viejo conocido

No sé por qué no puedo dejar de verlo. Me parecen fascinantes esas ventanas en una de las aristas del edificio. Es el Flatiron de New York City el cual se construyó en 1902. El arquitecto a cargo de este proyecto fue Daniel H. Burnham, quien estaba adscrito a la Escuela de Chicago, hizo esta obra por encargo de Fuller, empresario fundador de la fábrica que hoy lleva su nombre.
No estoy muy seguro, pero debe de ser la ausencia de luces en su fachada. En una ciudad como New York en la que muchos de los edificios están colmados de luces, el Flatiron es como una joya, o un respiro a los ojos. Puedes sentarte frente a una u otra de sus caras para pasar la tarde contando las ventanas o viendo las molduras que tiene en la fachada.


Apenas se tardaron un año en su construcción, claro que en Estados Unidos los tiempos se reducían considerablemente a causa de los procesos de construcción. Sin embargo, pocas esperanzas tenían los newyorkers respecto a la duración del edificio, pues no tenía una estructura común o familiar. Cabe recordar que se estaban levantando a la par de muchos de los rascacielos que hoy adornan el firmamento.
Si se le ve diferente, como yendo al Empire State por la Quinta avenida, y deteniéndote el tiempo suficiente, podrías notar la semejanza de la estructura con la de una columna griega. Así, solita pero con mucha fuerza y resistencia.
En total, tiene 22 pisos mismos que están repartidos a lo largo de 87 metros de altura, y en algunos de ellos se rentan espacios comerciales. Para su estructura, se utilizaron tres toneladas y media de acero, por lo que se puede asegurar que no podían estar más equivocados los incrédulos.
Yo puedo pasar bastante tiempo viendo alguno de los detalles de la fachada, y ya en otra ocasión le brindaré mi atención a alguno de los edificios que lo acompañan.

Abraham Cababie Daniel.

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Abraham Cababie Daniel

"La alegría simple de tomar una idea en tus propias manos y darle la forma apropiada es emocionante”, es una de frase de George Nelson que me fascina, porque es exactamente lo que ocurre en mi labor como desarrollador.

La arquitectura va más allá de una simple disciplina que además de diseñar, proyecta y construye alguna edificación, es todo un arte de visualizar un espacio vital, y digo vital porque es realmente necesario construir para nosotros un presente, pero más importante, un futuro para los nuestros.

Los grandes edificios y departamentos se construyen y se habitan. Las grandes plazas y centros comerciales se planean, se levantan y se disfrutan. Las obras arquitectónicas se aprecian, se discuten, pero nada de lo que planeamos y construimos se olvida.


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