Mucho hemos
hablado y seguiremos hablando de los museos en nuestro país, porque son
importantes, tanto por lo que contienen como por lo que representan
arquitectónicamente. Pero lo cierto es que hacía muchos años que no se
construía uno tan importante como el Museo Internacional del Barroco en Puebla.
Claro que la
ubicación es poco común pues estamos acostumbrados a que todo nos sea dado a
quienes vivimos en la Ciudad de México, pero es importante que este tipo de
cosas pasen y sigan pasando para que el entorno influya en el diseño de nuevos
edificios.
El arquitecto es
Toyo Ito, quien es reconocido por sus visionarios diseños de los que se suprime
la línea recta como algo indispensable. Ese es el caso del museo que ahora se
encuentra en Puebla. Si se le ve desde arriba, en un punto central tiene un
patio y alrededor de éste se forma algo así como un cubo.
Pero sus muros
no son comunes, parecen olas. Son construcciones prefabricadas, independientes
una de la otra y alrededor de todo esto, un bellísimo lago artificial. Es como
si estuviese hecho de blanquísimo papel blanco formado con los dedos, casi
doblados como si no fueran de cemento. Por lo que no es solo un paso hacia
adelante en materia de arquitectura, sino también de ingeniería.
También está
construido para que absorba tanta luz como pueda durante el día y para que en
algunos de sus paneles rebote el reflejo. Se puede decir que es una obra
perfecta pues se cumplieron las peticiones que hiso el arquitecto en cuanto a
los materiales. Por lo que hoy podemos caminar sobre un mármol blanco
impecable.
Ir es una
experiencia de vida. Es tener la oportunidad de ver algo invaluable en muchos
sentidos. Ya quisieran otros países tener este increíble museo para presumir.
