El Palacio Nacional, el discreto protagonista

Lo malo con los edificios antiguos de nuestra ciudad es que han estado tanto tiempo en pie que los damos por hecho, ni siquiera nos detenemos a admirarlos o preguntarnos su razón de ser y estar. Claro ejemplo de esto es el Palacio Nacional. Todos los años una multitud se para frente a él mientras el presidente da el Grito de Dolores, agita el lábaro patrio y toca la campana, por cosa de unos veinte o treinta minutos.
Tienes que saber que éste lugar se construyó en 1522 por orden de Hernán Cortés dado el éxito obtenido en su avanzada por la conquista de lo que entonces era la Nueva España, pidió que se le construyera una residencia en el territorio. Justo en el centro. Así que en enero de ese año se construyó su nueva casa sobre lo que era el palacio de Moctezuma Xocoyotzin. Así es, el Palacio Nacional ha estado ahí desde el inicio de la nueva era en nuestro continente. Con el paso de los años, pasó a ser propiedad de la corona y residencia da las figuras monárquicas en nuestro país. En total, tomo cuatro años su construcción y era un poco más grande de lo que conocemos ahora, sólo que en 1692 hubo unas fuertes protestas que significaron la demolición parcial del palacio.
En 1930 se le hicieron los últimos cambios significativos que sería el hecho de que Diego Rivera pintaría un par de murales en su interior, aún hoy en día se le dan trabajos de mantenimiento. Los materiales presentes en la fachada son la piedra de chiluca y el tezontle que fueron moldeadas con influencias barrocas. Por si fuera poco, está coronado con la campana de Dolores, la que dio origen a la Independencia de México y con ello, uno de los primeros pasos hacia el presidencialismo. Por lo que el hecho de que ahí esté la campana adquiere un mayor significado. Abraham Cababie Daniel.

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"La alegría simple de tomar una idea en tus propias manos y darle la forma apropiada es emocionante”, es una de frase de George Nelson que me fascina, porque es exactamente lo que ocurre en mi labor como desarrollador.

La arquitectura va más allá de una simple disciplina que además de diseñar, proyecta y construye alguna edificación, es todo un arte de visualizar un espacio vital, y digo vital porque es realmente necesario construir para nosotros un presente, pero más importante, un futuro para los nuestros.

Los grandes edificios y departamentos se construyen y se habitan. Las grandes plazas y centros comerciales se planean, se levantan y se disfrutan. Las obras arquitectónicas se aprecian, se discuten, pero nada de lo que planeamos y construimos se olvida.


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