EL SUPUESTO CASTILLO DE DRÁCULA

En la frontera de Transilvania y Valaquia, actuales provincias rumanas, se encuentra asentado el viejo castillo de Bran, lugar en el que se supone se inspiró Abraham «Bram» Stoker para ambientar la morada del personaje protagónico de su famosa novela Drácula.




Sin embargo, Vlad III Drăculea, Vlad Tepes o Vlad «el Empalador» (1431-1476), príncipe de Valaquia, personaje real del que parte la historia literaria, nunca vivió en ese castillo. Algunas versiones dicen que permaneció escondido un par de días en sus mazmorras cuando la ocupación del Imperio otomano, pero no hay documentos que lo comprueben.

El lugar fue construido en 1212 como una fortaleza para los caballeros de la Orden Teutónica —grupo de carácter religioso militar— después de que fueron derrotados en Tierra Santa por los sarracenos y regresaron de Palestina a Europa. Posteriormente la estructura se mantuvo incólume durante varias décadas, pero en 1241 las hordas tártaras lo devastaron dejándolo en la ruina.

Para 1377 el rey Luis I de Hungría mandó construir el actual castillo como punto comercial y defensivo contra el vaivoda —es decir el príncipe— de Valaquia. En 30 hectáreas cercadas por un muro de piedra calcárea, sobre una colina de roca, se levantaron cuatro torres que contienen 57 habitaciones, algunas comunicadas por calabozos.

De su historia más reciente, tras la Primera Guerra Mundial, con el Tratado de Trianon, la región de Transilvania fue cedida al reino de Rumania y el castillo obsequiado a la reina María, esposa de Fernando I, quien lo convirtió en su residencia veraniega.

El arquitecto de la familia real, Karel Liman, lo reformó sin que perdiera su esencia de fortaleza medieval, lo dotó de nuevas escaleras, electricidad, agua fría y caliente, estaciones telefónicas y un elevador para facilitar el acceso al jardín. Decoró los interiores con muebles y objetos históricos, lo cual lo convirtió en un importante museo de arte medieval, donde se pueden apreciar los estilos alemán, tirolés —de los Alpes—, doria —renacentista italiano— y también se construyeron el Pabellón de Té, la Casita de la Princesa Yleana, habitaciones para invitados, alojamientos para el servicio, establos y estacionamientos.

Hoy es uno de lo principales atractivos turísticos de la zona y se hacen concursos para los atrevidos que quieren pernoctar en él. ¿Alguno de ustedes se atrevería a dormir en casa del conde más temido y sanguinario del que se tenga memoria en el último medio siglo?


Abraham Cababie Daniel

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"La alegría simple de tomar una idea en tus propias manos y darle la forma apropiada es emocionante”, es una de frase de George Nelson que me fascina, porque es exactamente lo que ocurre en mi labor como desarrollador.

La arquitectura va más allá de una simple disciplina que además de diseñar, proyecta y construye alguna edificación, es todo un arte de visualizar un espacio vital, y digo vital porque es realmente necesario construir para nosotros un presente, pero más importante, un futuro para los nuestros.

Los grandes edificios y departamentos se construyen y se habitan. Las grandes plazas y centros comerciales se planean, se levantan y se disfrutan. Las obras arquitectónicas se aprecian, se discuten, pero nada de lo que planeamos y construimos se olvida.


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